En un pasillo de un centro de acogida en Atenas sobrevive a la espera y el olvido, en 2017, un matrimonio de enfermeros de Homs (Siria) y sus 4 hijos. La habitación de Hatem y su familia se localiza en mitad de un largo corredor, apenas iluminado por un tragaluz. “Aquí vivimos seis personas", cuenta Hatem. "Mi mujer y mis cuatro hijos. A pesar de todo, estamos contentos. Dormimos a salvo de las bombas. Podemos vivir sin miedo. Mis hijos pueden ir a la escuela y comer tres veces al día. Eso sí, nos gustaría viajar a Malta. Allí tenemos amigos”. Su mujer, Kalthoum, 37 años, también enfermera, y el pequeño de sus tres hijos, Ieman, de 10 meses, reciben al invitado con una bandeja colmada de dulces, dos tazas y una tetera. Los otros tres pequeños, Hamza (6), Abdalraouf (5), Wafa (3) se encuentran fuera, estudian en el centro Pedro Arrupe, un proyecto educativo del Servicio Jesuita a Refugiado que facilita la integración a 158 niños de familias refugiadas y migrantes. Un oasis e
a 33.000 pies
"no me interesa la fotografía, sino la vida" (Cartier Bresson)